Después de tantos años viviendo en sociedad, he llegado a la conclusión que de las cosas más importantes y básicas en esta vida… y en todas las que ustedes quieran vivir… dependen únicamente de la educación (¡Oh, gracias bendita Calíope por tu inspiración). Por ello, he creado este blog.

Pero si de aportar soluciones se trata, no esperen milagros, que todo en esta vida requiere esfuerzo. Este blog me servirá de agenda, recordatorio y reflejo de lo que puede valer la pena trasmitir y comunicar. También, no nos engañemos, poder desparramar a mi aire, que para eso soy el autor.

Quizá se hayan fijado en el título: Piratas y corsarios en la educación. Si les gusta un poquito la historia o son un mínimo de curiosos, ya sabrán la diferencia entre unos y otros. ¿Quiénes son aquellos que, a costa de la educación, se lucran y roban pensando en sus intereses? ¿Quiénes son aquellos que lo hacen incluso dentro del mismo sistema educativo? ¿Quiénes son aquellos que manipulan el sistema en contra de todo sentido común? Algunos se hacen llamar profesores, otros directores, otros políticos y los peores, la misma sociedad (nosotros)... por permitirles todo esto.






viernes, 3 de agosto de 2018

Experimentos educativos: Pigmalión en las aulas




Conocimos este importante estudio científico en una charla de Alberto Soler en la que entendimos la importancia de desterrar las etiquetas en la educación de los hijos. ¿Qué pasaría si a un profesor le dicen que algunos de sus alumnos son tremendamente brillantes, aunque no sea verdad?

El mito de Pigmalión

El mito de Pigmalión cuenta que un rey, buscando la mujer perfecta, la esculpió en piedra y se enamoró de ella. La diosa Afrodita, emocionada por el deseo del rey, convirtió la estatua en una mujer de carne y hueso. Nos recuerda Aberto que este mito “se usa para ejemplificar cómo las expectativas que nosotros tenemos acerca de algo pueden hacer que ese algo se convierta en realidad”.

El estudio Rosenthal-Jacobson: Pigmalión en las aulas

En los años 60, Lenore Jacobson, directora de una escuela primaria en San Francisco, y Robert Rosenthal, psicólogo, realizaron un estudio: pasaron a 320 estudiantes un test de inteligencia. Eligieron al azar a un grupo de 65 estudiantes y crearon informes falsos sobre ellos para los profesores, en los que señalaban que estos alumnos eran tremendamente brillantes, con una inteligencia por encima de la media.  Al finalizar el curso, los 320 estudiantes realizaron de nuevo el test de inteligencia. Y, en contra de lo que pudiera suponerse, los resultados de los 65 alumnos etiquetados como especialmente brillantes cambiaron notablemente, todos ellos presentaban un cociente intelectual mucho mayor. Alberto Soler nos recordaba que este dato del cociente intelectual no suele cambiar demasiado con el tiempo y se explica este asombroso resultado de esta manera: “Habían manipulado las expectativas de los profesores”, de tal modo que si un alumno de los 65 considerados excelentes interrumpía en clase “se interpretaba como signo de interés e inquietud intelectual”. Sin embargo, si un alumno no considerado excelente interrumpía, “se entendía que molestaba”. Por eso,concluye Alberto que “las etiquetas condicionan un trato diferencial” y  además, tienen la capacidad de hacer que tratemos de “encajar mejor en lo que se espera de nosotros”.

Sé el Pigmalión positivo de tus hijos

Patricia Ramírez, experta en psicología deportiva, nos cuenta que “somos lo que creemos que somos”, si bien los niños creen que son lo que sus padres, madres, amigos, profesores, etc. dicen que son. De ahí que sea importante transmitirles confianza, aceptación y seguridad, para que ellos quieran ser su mejor versión.
Algunas claves para lograrlo:
1.     Transmitir amor y aceptación incondicional
2.     Elogiar el esfuerzo, la actitud y el proceso, no el logro: por ejemplo, hacerle reflexionar sobre qué hizo para sacar un nueve en lugar de solo felicitarle por el nueve.
3.     Poner el foco en los aspectos positivos más que en los negativos y entender el error como parte del aprendizaje.
4.     Transmitir que confiamos en nuestros hijos y los vemos capaces
5.     No resolverles los problemas.
 
Tal como decía la maestra Rita Pierson en una charla emocionante,  “¡qué poderoso sería nuestro mundo si hubiera niños que no tuvieran miedo a correr riesgos, que no tuvieran miedo a pensar y que tuvieran un campeón a su lado! Todos los niños merecen un campeón, un adulto que nunca deje de creer en ellos, que insista en que se conviertan en lo mejor que puedan llegar a ser”.

Anuncios que inspiran: Efecto Pigmalión, de Divina Pastora

Este anuncio resume como pocos la enorme responsabilidad que tenemos para educar a personas que confíen en sí mismas, que tengan una sana autoestima y que sepan crecer y superarse. Se trata del anuncio sobre el efecto Pigmalión de Divina Pastora Seguros.




 
 
La expresión “efecto Pigmalión” tiene su origen en la rica mitología griega. Pigmalión era un escultor que se enamoró de Galatea, una de sus obras. Actuó como si se tratara de una mujer real hasta que Afrodita, la diosa del amor, le dio vida.
El efecto Pigmalión es una expresión que se usa en psicología y pedagogía para explicar el impacto que las previsiones o profecías positivas o negativas tiene sobre la persona que las recibe. “Te vas a caer” o “Seguro que lo haces muy bien” son dos expresiones que tienen un gran efecto en nuestra propia confianza de lograr un objetivo (la primera expresión mina nuestra seguridad, la segunda la impulsa) y nos predispone a fracasar en el intento (la primera de las expresiones) o a alcanzar el objetivo (la segunda de las expresiones). También podemos hablar de “profecías autocumplidas”, que son expresiones que incitan a las personas a actuar de manera que lo que anuncia la profecía se cumpla. Por ejemplo, si decimos a nuestro hijo: “Nunca te esfuerzas por nada”, conseguiremos minar su autoestima y hacer que, efectivamente, solo se esfuerce para ajustarse a la etiqueta que le hemos asignado.
“Hay una responsabilidad ineludible en cómo hablamos, en cómo tratamos a los demás, porque nuestras palabras tienen más poder de lo que nunca habíamos imaginado. Cada día tienes la opción de cortar las alas a los demás hablando de miedo e incertidumbre. O puedes dejar que tus palabras les impulsen a sus metas confiando en la capacidad infinita que hay dentro de todo ser humano”, nos dicen en este anuncio. Pues bien, ¿qué efecto queremos que nuestras palabras y nuestros actos tengan en nuestros hijos? Tengámoslo siempre en cuenta.

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