Después de tantos años viviendo en sociedad, he llegado a la conclusión que de las cosas más importantes y básicas en esta vida… y en todas las que ustedes quieran vivir… dependen únicamente de la educación (¡Oh, gracias bendita Calíope por tu inspiración). Por ello, he creado este blog.

Pero si de aportar soluciones se trata, no esperen milagros, que todo en esta vida requiere esfuerzo. Este blog me servirá de agenda, recordatorio y reflejo de lo que puede valer la pena trasmitir y comunicar. También, no nos engañemos, poder desparramar a mi aire, que para eso soy el autor.

Quizá se hayan fijado en el título: Piratas y corsarios en la educación. Si les gusta un poquito la historia o son un mínimo de curiosos, ya sabrán la diferencia entre unos y otros. ¿Quiénes son aquellos que, a costa de la educación, se lucran y roban pensando en sus intereses? ¿Quiénes son aquellos que lo hacen incluso dentro del mismo sistema educativo? ¿Quiénes son aquellos que manipulan el sistema en contra de todo sentido común? Algunos se hacen llamar profesores, otros directores, otros políticos y los peores, la misma sociedad (nosotros)... por permitirles todo esto.






jueves, 11 de agosto de 2016

Hábitos de lectura, asignatura pendiente

Leer nos enseña a hablar y a pensar bien. Cuando enseñamos a un niño a leer le estamos proporcionando el instrumento de aprendizaje más potente que ha creado la humanidad a lo largo de toda su historia. Leyendo aumentamos nuestra competencia lingüística, que a su vez va a mejorar el pensamiento, la convivencia, los proyectos, la eficacia académica o laboral.

Durante la infancia, el vínculo entre los niños y la lectura goza de una excelente salud. Sin embargo, al llegar a la adolescencia la relación pasa por una fuerte crisis. El libro ha sido, es y será el transmisor cultural por excelencia, aunque muchos pensadores le hayan vaticinado una rápida desaparición a partir de la llegada de Internet. Basta recordar que en la década de los años 50 se auguró que la televisión destronaría a la radio y hoy asistimos a una equilibrada convivencia de ambos medios.
En la actualidad, es frecuente que padres y maestros se quejen de que los adolescentes no leen o, mejor dicho, que se limitan a tomar contacto visual con el libro sólo por obligación; leen nada más que las páginas indicadas por el profesor para un examen.
El Centro de Investigación Sociológica (CIS) ha hecho público un barómetro en el que se detiene a analizar los hábitos de lectura de los españoles. Las preguntas, realizadas en diciembre de 2014, invitan más a la prudencia que a cualquier otra sensación extrema: el 35% de los encuestados no lee nunca o casi nunca, pero un 29,3 lee todos o casi todos los días, y un 65% dedica alguna vez al trimestre un rato a la lectura.
El informe del CIS sobre nuestras costumbres lectoras concuerda con un informe difundido por la Federación de Gremios de Editores hace casi dos años, Hábitos de lectura y compra de libros, que establecía en el 63% el índice de lectura —siete puntos por debajo de la media europea— y subrayaba que las mujeres leen más que los hombres. Las preguntas se han realizado a ciudadanos españoles, tanto hombres como mujeres, de dieciocho años o más. Es interesante una de las preguntas, relativa a los hábitos lectores en la infancia o adolescencia. El 37,5% de los encuestados confiesan que sus padres nunca les leían cuentos o libros, aunque en el colegio o en el instituto sus profesores les obligaban a leer (48,5%), y no solo eso: ¡les animaban a leer (42,1%)! Pese a esto, los lectores —o no— españoles nunca hablaban de libros con sus amigos (32,9%).
 
Los primeros hábitos de aprendizaje se siembran en el hogar y, si los niños y jóvenes no ven leer a sus padres, no pueden imitar este ejemplo. También, es necesario poner límites a la cantidad de horas de televisión, chat o navegación por la red que consume el adolescente. ¿De qué manera se puede estimular a los adolescentes a encontrar placer en la lectura?

 
Teniendo en cuenta los gustos y las opiniones de los adolescentes. Nos puede parecer que el que no lean “La Regenta” es una laguna inaceptable en su formación, pero no estamos hablando sobre sus estudios, sino sobre los enormes beneficios que tiene que los adolescentes tengan como hábito la lectura en su tiempo libre. Muchos padres intentan imponer el hábito de la lectura a sus hijos a la fuerza. Es sabido que basta con imponerle algo a un adolescente para que realice exactamente lo contrario.
 
“La lectura de los clásicos son difíciles, y esos jóvenes carecen de una familiaridad con la lectura como para que puedan valorarlas. La formación de nuestra personalidad necesita de la lectura, por lo que no es un capricho” (José Antonio Marina)
 
Leer es un entrenamiento intelectual muy útil para desarrollar otras competencias: leyendo nos comprendemos mejor a nosotros y a los demás (competencia social y ciudadana), mejoramos nuestra creatividad (competencia de aprender a aprender) y se nos ocurren nuevas ideas (competencia de autonomía e iniciativa personal).
 
Por ello, debemos fomentar en ellos tres creencias básicas
 
- La lectura de ciertos libros te ayudará a comprenderte y a tomar decisiones importantes
- La lectura te ayudará a desarrollar una personalidad inteligente y brillante
- La lectura te dará criterios para liberarte del borreguismo cultural y político
 
El proyecto ADORE (Teaching Struggling Adolescent Readers), que se desarrolló durante dos años, desde noviembre del año 2006 hasta noviembre de 2008, es uno de los trabajos más esclarecedores. El proyecto pretendía determinar si existían argumentos en algunos países europeos que pudieran explicar las dificultades que los adolescentes encuentran a la hora no tanto de aprender a leer como de desarrollar una competencia lectora de un nivel superior y mantenerla y aplicarla.
Según este estudio, existen ocho grandes problemas comunes antes los que se enfrentan los adolescentes con problemas de lectura:
 
Competencia lectora: excepto en los países nórdicos, la competencia lectora sigue entendiéndose como una habilidad que se adquiere de una vez para siempre en la educación primaria y que, luego, no sufre cambio o mejora alguno.
 
Los adolescentes con dificultades lectoras: en la mayoría de los países suele contemplarse a estos adolescentes, simplemente, como no lectores que no han llegado a adquirir las competencias suficientes.
 
El conocimiento de los profesores sobre la enseñanza de la lectura: los resultados de la investigación demuestran que muy pocos profesores tienen instrumentos para analizar los problemas de lectura y para emprender una mejora.
 
Ideas tras la instrucción: en muchos países la enseñanza todavía está asentada en el “saber sobre algo o de algo” en lugar del “saber para” y el “saber cómo”, facilitando de esta manera el camino de las dificultades lectoras.
 
Materiales de lectura y currículo: los materiales que los profesores suelen utilizar para la promoción de la lectura suelen ser arcaicos y apartados del interés de los adolescentes.
 
Transferencia de los resultados de las investigaciones: en muy pocos países existe una clara conexión y una transferencia sistemática entre el conocimiento científico y la práctica educativa.
 
Recursos financieros y legales: la conexión entre las disponibilidades financieras de las escuelas y la calidad de la enseñanza, si bien no es automática, si es sustancial; más aún, como sucede en los países nórdicos, el derecho jurídicamente exigible de apoyo individual y mejora continua a los estudiantes.
 
Valores y sistemas educativos: existen diferencias muy notables entre los sistemas educativos europeos. Pueden dividirse en dos: los que están orientados al apoyo y los que están orientados hacia la consecución. En los primeros, los alumnos con problemas lectores encuentran la posibilidad de mejorar y, en general, los niveles de lectura alcanzados por todos los alumnos son mejores. Es el caso, por ejemplo, del caso Finlandés.
 
Es importante mantener a los chicos leyendo durante toda su adolescencia en casa y en la escuela. Algunas sugerencias útiles:
 
Asegúrese que en casa haya bastantes materiales adecuados para que su hijo lea. Reserve el tiempo necesario para leer en familia. Algunas familias disfrutan de la lectura en voz alta, turnándose para escoger libros, poesías o artículos favoritos que quieran compartir.
 
Aliente a su hijo para que use la biblioteca. Lleve a su hijo a la biblioteca local y ayúdele a obtener su propia credencial de lector.
 
Dé un buen ejemplo con la lectura. Que su hijo le vea leyendo por placer. Cuando su hijo ve que la lectura es importante para usted, puede ser que vea que la lectura es importante para él también.
 
Investigue con los maestros cómo alientan o enseñan la lectura en clase. Dígales que usted valora la lectura y que apoya las tareas que piden que su hijo lea en casa. Pida listas de libros que su hijo pueda leer independientemente.
 
Busque ayuda si su hijo tiene problemas de lectura. Cuando un jovencito tiene problemas con la lectura, es probable que la razón sea sencilla de identificar y la intervención sea fácil. Por ejemplo, es probable que el alumno tenga problemas de visión y necesite gafas o es probable que sólo necesite un poco más de apoyo con sus destrezas de lectura. Algunas de las causas de los problemas de lectura indican problemas mayores como los problemas de aprendizaje. Si usted sospecha que su hijo tiene algún problema físico o de aprendizaje, es importante que busque la ayuda de los expertos.

¡Ahora es el momento!

Lejos de las batallas de deberes y dejando los contenidos académicos a un lado hay aprendizajes  de nuestros hijos que son esenciales y que suelen quedarse desplazados por no ser urgentes. El verano nos brinda una oportunidad única para valorarlos y ponernos manos a la obra con ellos.
 
 
La etapa de los hijos comprendida entre los 8 y los 10 años suele ser una época dulce para los padres que ven cómo muchos de los hábitos y aprendizajes básicos van dando sus frutos sin todavía verse inmersos de lleno en la preadolescencia. Es una época en la que los niños empiezan a ir solos. Sin embargo, es una etapa muy importante a otros niveles a los que no solemos dar tanta importancia como la autonomía, la toma de decisiones, la resolución eficaz de problemas…Cuando estas áreas se trabajan antes de llegar a la adolescencia, permite a los chicos enfrentarse a ella de otra manera: sintiéndose más capaces, siendo capaces de enfrentarse a diferentes problemas y con unas capacidades asertivas que les permitirán desarrollar su personalidad de forma más independiente.
Por eso si tu hijo tiene entre 8 y 10 años, ahora es el momento de:
Empezar a dejarles que hagan pequeños desplazamientos solos: Ir a por el pan, caminar hasta casa de un amigo o coger el autobús para ir a casa de la abuela. Son pequeños pasos que permiten al niño experimentar de forma progresiva con su autonomía y también resolver pequeños problemas que les vayan surgiendo.
Plantearle diferentes sucesos conflictivos en los que pueda verse y cómo solucionarlos: ¿Crees que tu hijo sabría qué hacer si un día no apareces a recogerle en el colegio? ¿A quién pediría ayuda? ¿y si te desmayaras estando a solas con él? ¿Sabría cómo actuar? Saber que cuentan con herramientas para enfrentarse a diferentes situaciones les hace sentirse más seguros y responsables.
 
Usar herramientas para hacer sus propios proyectos. El trabajo manual supone un gran placer para el ser humano y le otorga un orgullo y sensación de competencia difícil de igual en otras áreas. Cuando les dejamos usar herramientas (previa enseñanza y bajo nuestra supervisión) los niños se sienten mayores y también aumenta la sensación de confianza en ellos. ¿Imaginas su cara después de hacer un pequeño armario para sus muñecas o un teatro para sus títeres?
Dormir en el exterior: ya sea en acampada al raso o dentro de una tienda de campaña dormir en el exterior es una experiencia única para los niños. Les permite reencontrarse con la naturaleza, enfrentarse a sus propios miedos y disfrutar de la noche de otra manera. No hay mejor forma se ser consciente de lo pequeños que somos que bajo la inmensidad de un cielo estrellado.
Cocinar una comida completa para los otros: Cocinar es una actividad increíble para los niños. Necesitan planificar, organizarse, preparar la comida, recoger, solucionar los pequeños problemas que vayan apareciendo…Además cuando se prepara una comida para los otros estamos centrándonos por un lado en la propia actividad de cocinar y al mismo tiempo en lograr algo que satisfaga a los otros. Cuando se cocina para otros lo importante no es tu gusto sino el proporcionar ese gusto a los demás. Es el trabajo centrado en el otro en vez de en uno mismo.
 
Leer un libro en común y debatirlo: hay muchos libros que pueden leer a partir de los 8 años y que pueden compartir con nosotros. La lectura en paralelo y un debate posterior sobre el libro le da una nueva dimensión a la lectura que sin duda será un aliciente para ellos. El ver que pueden leer y disfrutar libros que también leen y disfrutan sus padres da sentido al esfuerzo que muchas veces supone para ellos la lectura.

miércoles, 10 de agosto de 2016

El día que Whiston Churchill traicionó a los cosacos y los entregó a una muerte segura

Ya sé, ya sé… algunos lo primero que os preguntareis es que tiene que ver esto con la educación, pues la respuesta es clara, la misma relación que poner a un colegio público español el nombre de Winston Churchill, colegio que se tiró bastantes años sin ser bilingüe y no sé qué cojones tiene que ver este hombre con la educación española, como si no tuvieramos personajes ilustres en nuestra historia, como para recurrir a este elemento. Por eso, como la mayor parte de vosotros no sabe nada sobre dicho hombre, que daba ejemplo bebiendose TODOS los días una botella de whisky, os informo sobre las virtudes de dicho estadista, por que eso hay que reconocerlo, fue un GRAN estadista como lo fue Lenin, Stalin, Hitler y tantos otros.

Pues ahí os dejo un relato de como su conciencia influyó en la vida de mucha gente.

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Los cosacos fueron un pueblo establecido en las estepas del sur de los actuales territorios de Rusia y Ucrania. Expertos jinetes, diestros en el manejo de las armas y de carácter indómito, durante el régimen zarista las once comunidades cosacas integradas en el Imperio ruso firmaron un acuerdo con el zar por el que, a cambio de su lealtad, recibieron un estatus especial y gozaron de cierta autonomía. Con la caída del zar, durante la Revolución rusa de 1917, los cosacos permanecieron ajenos a las disputas por llegar al poder, pero al final les obligaron a tomar partido. Al haber formado parte de la guardia del zar, para los bolcheviques y el Ejército Rojo habían sido el brazo ejecutor de la opresión zarista. Así que, se vieron obligados a tomar partido por los mencheviques y lucharon junto al Ejército Blanco, aunque no por convencimiento sino por aquello de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Con el triunfo de los bolcheviques, muchos cosacos tuvieron que huir estableciéndose en varios países de Europa Oriental… los que se quedaron sufrieron la represión durante 10 años.

A comienzos de los años treinta, la represión sobre los cosacos rusos había terminado e incluso habían llegado a recuperar alguno de sus privilegios. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se iba a producir la paradoja de que había cosacos luchando en el Ejército Rojo y en la Wehrmacht. Muchos de los cosacos que luchaban en el Ejército Rojo lo hacían con el convencimiento de que la Unión Soviética era la heredera del Imperio ruso, pero también los había que lo hicieron por obligación. Sabiendo del pasado zarista de los cosacos, Stalin no permitió que se crease un regimiento de cosacos y fueron repartidos por distintas unidades.


En el otro lado, y siguiendo con el dicho de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, Goebbels supo ganarse a los cosacos que habían huido de los bolcheviques ofreciéndoles luchar contra los que les habían expulsado de sus tierras y, sobre todo, un estado libre cosaco –Kazakia– tras derrotar a Stalin. De esta forma, se constituyó el Escuadrón de Caballería cosaca adscrito al 40º Cuerpo Panzer, bajo la dirección del capitán cosaco Zagorodnyy. Además, a este escuadrón se unieron muchos cosacos hechos prisioneros por los alemanes a los que Stalin habían obligado a luchar en las filas del Ejército Rojo.



Cuando terminó la guerra en el frente europeo y sabiendo del odio de Stalin, los prisioneros cosacos que habían luchado junto a los alemanes trataron de quedar bajo la custodia de los aliados occidentales, pero en la Conferencia de Yalta (1945) Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Joseph Stalin sellaron su suerte. Stalin consiguió de Churchill y Roosevelt un acuerdo para repatriar a todos los ciudadanos soviéticos prisioneros de los alemanes y Stalin, a cambio, repatriaría a los prisioneros de guerra aliados que el Ejército Rojo había liberado de los campos nazis. Aunque inicialmente no se incluyeron en el acuerdo los cosacos emigrados durante la Revolución rusa, Stalin lo exigió más tarde para encerrarlos en los gulags o ejecutarlos por traición a la patria.

Un caso especialmente sangrante y cruel se produjo en Lienz (Austria), donde el ejército británico tenía bajo custodia unos 2.500 cosacos entre oficiales y soldados. El 28 de mayo de 1945, los británicos comunicaron a sus líderes que estaban invitados a una importante conferencia junto a oficiales ingleses en una localidad cercana y que estarían pronto de regreso. Ante la desconfianza de los cosacos, un oficial británico juró por su honor que no mentían. Esa misma noche, fueron transportados a la vecina Tristachdonde les esperaba el Ejército Rojo.

"Los rusos nos mataban a porrazos, los británicos lo hicieron con su palabra de honor."
 
 
Es difícil cuantificar la cifra exacta de cosacos entregados a Stalin, pero algunas fuentes hablan de “50.000 cosacos, entre ellos 11.000 mujeres, niños y ancianos”. Los cosacos que lograron huir se repartieron por Europa y mantuvieron su identidad en secreto hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991.

La neofobia en la alimentación se combate en niños probando hasta quince veces el alimento

La neofobia no se refiere a mostrar repugnancia por un sabor en particular, sino al miedo activo a probarlo, a prejuzgarlo. Es un comportamiento que suele darse en niños, y también en algunos adultos.
En el caso de los niños, la neofobia puede superarse simplemente dándole de comer el alimento en numerosas ocasiones, a menudo pueden ser necesaria quince veces o más, hasta que el niño advierte que el sabor no es tan malo, y que incluso está bueno.
El mayor escollo que presenta esta forma de combatir la neofobia es que, en primera instancia, el alimento debe ser probado, a pesar de la renuencia inicial, tal y como explica Bee Wilson en su libro El primer bocado:
Exponer a un niño al brócoli muchas veces es más fácil de decir que de hacer. Tal como sabe cualquier padre o madre que haya intentado darle de comer a un niño reacio, las estrategias bienintencionadas a menudo son contraproducentes. Decir "cómete la verdura y después te daré un caramelo" tiene su riesgo porque hace que el niño todavía le coja más manía a la verdura. Los psicólogos lo llaman efecto de sobrejustificación. Cuando por hacer algo se nos da un premio, la actividad en cuestión se valora menos. Al niño le acaban gustando más los caramelos porque se han convertido en un premio.
La mayoría de niños superan la peor fase del miedo a los alimentos nuevos a los seis o siete años. Hasta esa edad, se considera una fase normal del desarrollo infantil.
La directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, Silvia Álava Sordo, advierte que es responsabilidad de los padres conocer las pautas y desarrollar los recursos para que los niños aprendan a comer de todo y a llevar una dieta equilibrada. En este sentido, explica que los hijos, a partir de los dos años, empiezan a ser conscientes de su propia identidad y a manifestar su voluntad. Y muchas veces, asegura Álava, "su respuesta favorita es el 'no'; porque quieren poner a prueba al adulto y verse como seres independientes que tienen una opinión propia. Sin embargo, pese a su apariencia, todavía son muy dependientes de sus padres y controlan poco sus impulsos".
Entonces, ¿hasta qué punto debería un padre ceder ante estos reclamos? Como dice la experta, "es comprensible que dentro de un grupo alimentario haya un alimento que no les guste, como una fruta o una verdura en concreto. Pero no por ello hay que aceptar que el niño no quiera comer fruta de manera generalizada, ya que estaríamos perdiendo todos los aportes y nutrientes de este alimento". De hecho, hay que tener especial cuidado con la fruta, la verdura y el pescado, ya que suelen ser los platos que más cuesta introducir en la dieta de los niños.
 
 

Si, por el contrario, se les permite evitar determinados alimentos, lo más seguro, insiste la experta, es que su dieta sea cada vez más restringida y pobre en nutrientes, afectando negativamente a su salud. "Son los padres los que deben enseñarles a comer de manera sana y equilibrada, creando hábitos que les acompañarán durante toda su vida", añade. Por eso, Álava propone seguir cinco pasos a la hora de introducir alimentos nuevos a los hijos para evitar la neofobia alimentaria.
  1. Los primeros que tienen que comer de todo son los padres. Si un niño no ve a sus padres comer de todo, probablemente él tampoco lo hará. "Los niños copian a sus adultos de referencia, que son sus padres, por eso éstos deben ser modelo y ejemplo de conducta a seguir a todos los niveles. Los primeros que tienen que llevar una correcta alimentación y sentar las bases de una dieta sana y saludable serán los padres", afirma la experta.
  2. Presenta los nuevos alimentos de uno en uno. Es más sencillo introducir un pequeño cambio en un plato que no uno completamente nuevo. Como dice Álava, no se puede pretender cambiar la situación de la noche a la mañana.
  3. Los alimentos nuevos, mejor en pequeñas cantidades. De esta manera, se evita que el niño se agobie pensando que no será capaz de enfrentarse a ese plato. Después, con el tiempo, se pueden ir aumentado las cantidades.
  4. Es importante que el niño participe en el proceso. Sobre esto, la experta aconseja que padres e hijos vayan juntos a la compra para que los pequeños ayuden y se involucren a la hora de hacer la comida.
  5. Cambiar la comida no es la solución. Comer de todo es una costumbre que se aprende desde la infancia, y permitir que el niño elija el menú de cada día no se puede mantener en el tiempo.
Y por último, Álava recomienda tener paciencia y mantener la calma, ya que muchas veces estas reacciones son provocadas por el intento de los niños de llamar la atención: "Se trata de incentivar a los hijos cuando tienen la conducta adecuada. Es mejor que la atención la reciban cuando comen y no cuando no lo hacen".