Después de tantos años viviendo en sociedad, he llegado a la conclusión que de las cosas más importantes y básicas en esta vida… y en todas las que ustedes quieran vivir… dependen únicamente de la educación (¡Oh, gracias bendita Calíope por tu inspiración). Por ello, he creado este blog.

Pero si de aportar soluciones se trata, no esperen milagros, que todo en esta vida requiere esfuerzo. Este blog me servirá de agenda, recordatorio y reflejo de lo que puede valer la pena trasmitir y comunicar. También, no nos engañemos, poder desparramar a mi aire, que para eso soy el autor.

Quizá se hayan fijado en el título: Piratas y corsarios en la educación. Si les gusta un poquito la historia o son un mínimo de curiosos, ya sabrán la diferencia entre unos y otros. ¿Quiénes son aquellos que, a costa de la educación, se lucran y roban pensando en sus intereses? ¿Quiénes son aquellos que lo hacen incluso dentro del mismo sistema educativo? ¿Quiénes son aquellos que manipulan el sistema en contra de todo sentido común? Algunos se hacen llamar profesores, otros directores, otros políticos y los peores, la misma sociedad (nosotros)... por permitirles todo esto.






miércoles, 10 de agosto de 2016

La neofobia en la alimentación se combate en niños probando hasta quince veces el alimento

La neofobia no se refiere a mostrar repugnancia por un sabor en particular, sino al miedo activo a probarlo, a prejuzgarlo. Es un comportamiento que suele darse en niños, y también en algunos adultos.
En el caso de los niños, la neofobia puede superarse simplemente dándole de comer el alimento en numerosas ocasiones, a menudo pueden ser necesaria quince veces o más, hasta que el niño advierte que el sabor no es tan malo, y que incluso está bueno.
El mayor escollo que presenta esta forma de combatir la neofobia es que, en primera instancia, el alimento debe ser probado, a pesar de la renuencia inicial, tal y como explica Bee Wilson en su libro El primer bocado:
Exponer a un niño al brócoli muchas veces es más fácil de decir que de hacer. Tal como sabe cualquier padre o madre que haya intentado darle de comer a un niño reacio, las estrategias bienintencionadas a menudo son contraproducentes. Decir "cómete la verdura y después te daré un caramelo" tiene su riesgo porque hace que el niño todavía le coja más manía a la verdura. Los psicólogos lo llaman efecto de sobrejustificación. Cuando por hacer algo se nos da un premio, la actividad en cuestión se valora menos. Al niño le acaban gustando más los caramelos porque se han convertido en un premio.
La mayoría de niños superan la peor fase del miedo a los alimentos nuevos a los seis o siete años. Hasta esa edad, se considera una fase normal del desarrollo infantil.
La directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, Silvia Álava Sordo, advierte que es responsabilidad de los padres conocer las pautas y desarrollar los recursos para que los niños aprendan a comer de todo y a llevar una dieta equilibrada. En este sentido, explica que los hijos, a partir de los dos años, empiezan a ser conscientes de su propia identidad y a manifestar su voluntad. Y muchas veces, asegura Álava, "su respuesta favorita es el 'no'; porque quieren poner a prueba al adulto y verse como seres independientes que tienen una opinión propia. Sin embargo, pese a su apariencia, todavía son muy dependientes de sus padres y controlan poco sus impulsos".
Entonces, ¿hasta qué punto debería un padre ceder ante estos reclamos? Como dice la experta, "es comprensible que dentro de un grupo alimentario haya un alimento que no les guste, como una fruta o una verdura en concreto. Pero no por ello hay que aceptar que el niño no quiera comer fruta de manera generalizada, ya que estaríamos perdiendo todos los aportes y nutrientes de este alimento". De hecho, hay que tener especial cuidado con la fruta, la verdura y el pescado, ya que suelen ser los platos que más cuesta introducir en la dieta de los niños.
 
 

Si, por el contrario, se les permite evitar determinados alimentos, lo más seguro, insiste la experta, es que su dieta sea cada vez más restringida y pobre en nutrientes, afectando negativamente a su salud. "Son los padres los que deben enseñarles a comer de manera sana y equilibrada, creando hábitos que les acompañarán durante toda su vida", añade. Por eso, Álava propone seguir cinco pasos a la hora de introducir alimentos nuevos a los hijos para evitar la neofobia alimentaria.
  1. Los primeros que tienen que comer de todo son los padres. Si un niño no ve a sus padres comer de todo, probablemente él tampoco lo hará. "Los niños copian a sus adultos de referencia, que son sus padres, por eso éstos deben ser modelo y ejemplo de conducta a seguir a todos los niveles. Los primeros que tienen que llevar una correcta alimentación y sentar las bases de una dieta sana y saludable serán los padres", afirma la experta.
  2. Presenta los nuevos alimentos de uno en uno. Es más sencillo introducir un pequeño cambio en un plato que no uno completamente nuevo. Como dice Álava, no se puede pretender cambiar la situación de la noche a la mañana.
  3. Los alimentos nuevos, mejor en pequeñas cantidades. De esta manera, se evita que el niño se agobie pensando que no será capaz de enfrentarse a ese plato. Después, con el tiempo, se pueden ir aumentado las cantidades.
  4. Es importante que el niño participe en el proceso. Sobre esto, la experta aconseja que padres e hijos vayan juntos a la compra para que los pequeños ayuden y se involucren a la hora de hacer la comida.
  5. Cambiar la comida no es la solución. Comer de todo es una costumbre que se aprende desde la infancia, y permitir que el niño elija el menú de cada día no se puede mantener en el tiempo.
Y por último, Álava recomienda tener paciencia y mantener la calma, ya que muchas veces estas reacciones son provocadas por el intento de los niños de llamar la atención: "Se trata de incentivar a los hijos cuando tienen la conducta adecuada. Es mejor que la atención la reciban cuando comen y no cuando no lo hacen".
 

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