Después de tantos años viviendo en sociedad, he llegado a la conclusión que de las cosas más importantes y básicas en esta vida… y en todas las que ustedes quieran vivir… dependen únicamente de la educación (¡Oh, gracias bendita Calíope por tu inspiración). Por ello, he creado este blog.

Pero si de aportar soluciones se trata, no esperen milagros, que todo en esta vida requiere esfuerzo. Este blog me servirá de agenda, recordatorio y reflejo de lo que puede valer la pena trasmitir y comunicar. También, no nos engañemos, poder desparramar a mi aire, que para eso soy el autor.

Quizá se hayan fijado en el título: Piratas y corsarios en la educación. Si les gusta un poquito la historia o son un mínimo de curiosos, ya sabrán la diferencia entre unos y otros. ¿Quiénes son aquellos que, a costa de la educación, se lucran y roban pensando en sus intereses? ¿Quiénes son aquellos que lo hacen incluso dentro del mismo sistema educativo? ¿Quiénes son aquellos que manipulan el sistema en contra de todo sentido común? Algunos se hacen llamar profesores, otros directores, otros políticos y los peores, la misma sociedad (nosotros)... por permitirles todo esto.






viernes, 21 de agosto de 2015

La ratio de alumnos por clase vuelve al nivel previo a los recortes de 2012

Esta noticia me gusta por la forma, es muy pragmática y los números están ahí. Otra cosa es que venga el hijo de puta de turno y quiera dar su version catastrofista de las cifras o manipular el tema a su causa. Es indudable que la noticia es buena.
 
Y ahora que el dinero parece entrar (algo es algo) ¿Podremos ahora centrarnos en evaluar a los profesores? ¿podremos ahora evaluar a los gestores? ¿Podremos ahora en centrarnos realmente en lo que importa? ... en la educación y su calidad.
 
Algunos ya no tendrán la excusa de estresarse por el número de alumnos, en mis tiempos éramos 45 en clase dando por culo al maestro, y siempre ocurría lo mismo, el "profe" que valía, valía... y el que no valía, aunque le dejases con 10 alumnos, pues eso.

Dice la noticia:
Las ratios máximas de alumnos por aula volverán a los límites previos al real decreto de racionalización del Gasto educativo de 2012, que permitió aumentar hasta en un 20% el máximo de estudiantes en cada clase.

Esto es resultado de la elevación al 100% de la tasa de reposición del profesorado que recoge el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2016, que el secretario de Estado de Educación, Marcial Marín, presentó este jueves ante la comisión del ramo del Congreso.

De este modo, el máximo de alumnos por aula pasará de 30 a 25 en Primaria; de 36 a 30 en Secundaria, y de 42 a 36 en Bachillerato.

Esto significa regresar a los máximos de 2012, que las restricciones en la contratación de profesorado público (del 10% primero y del 50% después) habían recortado.

Gracias a estos presupuestos, algunas medidas del Real decreto de racionalización del Gasto educativo "comienzan a hacerse reversibles", señaló.
Esta norma, que no ha sido abolida, también propugnaba que no se cubrirían las bajas docentes hasta los 15 días.

Por otro lado, Marín se refirió a que la tasa de reposición del 100% del profesorado "permitirá dar estabilidad a las plantillas, acabar con la vulnerabilidad de los interinos y que el año que viene se convoquen oposiciones en casi todas las Comunidades".
Los PGE también recogen el aumento en un 1% del sueldo de todos los funcionarios, la devolución del 25% de la paga extra que se les suprimió y un aumento del 1% como mínimo en los conciertos educativos.
Por otro lado, Marín anunció que el Gobierno espera obtener 47 millones de euros "como retorno procedente del fondo social europeo", y aseguró que los dedicarán a financiar programas de segunda oportunidad para adultos, impulso de la FP y otras acciones de mejora de la calidad educativa.

viernes, 7 de agosto de 2015

Un colegio ha decidido prohibir los deberes (y quizá ha hecho lo correcto)

La directora de un colegio de Nueva York ha decidido recomendar a sus alumnos que dediquen el tiempo de los deberes a algo más productivo como ver la televisión o estar con su familia

 
Pocas personas encontraremos en España que consideren que sus hijos hacen pocos deberes. Más bien, al contrario: muchos padres consideran que el trabajo en el hogar debería ser mucho más exigente, ya que aún se piensa que la cantidad equivale a calidad. Pero no es así, y no hay más que echar un vistazo al informe PISA para entenderlo. Como ponía de manifiesto el documento llamado ¿Los deberes perpetúan la desigualdad?, los niños españoles estudian en sus casas dos horas más que la media de la OCDE, y a pesar de ello, no obtienen buenos resultados. Por el contrario, Finlandia, la niña bonita de la educación europea, es el país donde menos tiempo se pasa haciendo deberes.  

Esta preocupación por los deberes es especialmente acuciante en Estados Unidos, donde desde que en 2002 fuese aprobado el programa No Child Left Behind, que fomentó los exámenes estandarizados, la carga de trabajo no ha dejado de aumentar. Ante tal preocupación, un colegio de educación primaria de Nueva York, el P.S. 116, ha decidido acabar con los deberes tradicionales y dedicar dicho tiempo a otras actividades recreativas. “Los efectos negativos de los deberes han sido demostrados”, explicaba en su carta a los padres la directora, Jane HsuHsu. “Incluyen la frustración y cansancio de los niños, la falta de tiempo para otras actividades y el tiempo familiar y, tristemente, la pérdida de interés por aprender”.

El colegio ha pasado más de un año investigando los efectos de los deberes y ha decidido recomendar que el tiempo del trabajo en casa se emplee en ver la televisión, manejar el ordenador o jugar a videojuegos. Muchos padres ya han amenazado con sacar a sus hijos del centro si este no da marcha atrás. Una de las razones que estos aducen es que organizarse en casa es una buena forma de conseguir disciplina, ese factor decisivo en el triunfo en la vida adulta y que se aprende durante los primeros años de vida ¿Están en lo cierto?

Picando piedra pensando en el futuro

En España, cada vez más movimientos piden una racionalización del trabajo escolar en casa, como es el caso de Pedagogía Blanca, puesto que “un exceso de deberes supone una gran frustración para el niño que quiere concluir el trabajo asignado, ve cómo éste le sobrepasa y el cansancio no le permite seguir estudiando”. Algo semejante ocurre al otro lado del Atlántico, donde incluso se han llegado a realizar documentales que explican los efectos que una excesiva carga de deberes puede tener no sólo en los alumnos, sino también en el resto de la familia.

Es el caso de Race to Nowhere, una película dirigida por Vicki Abales, una madre de tres hijos en California. “Después de ver a nuestra hija de 12 años pasando muchas noches luchando contra los deberes, estudiando para los exámenes y sufriendo ataques de pánico en mitad de la noche, mi marido y yo la encontramos encogida de miedo, y la tuvimos que llevar a urgencias”, explica en la carta que publicó en la página web de la película. “Cuando fue diagnosticada con una enfermedad inducida por el estrés, mi determinación fue hacer algo”. Entre otras cosas, rodar una película, que se encontraba a mitad de rodaje cuando otra niña de 13 años se suicidó después de conseguir una mala nota en matemáticas.

¿Cuánto hay de razonable en los miedos de estos padres, y cuánto de buenismo? Nos podemos remontar al año 1989, cuando Harris Cooper de la Universidad de Duke publicó Homework, una síntesis de todo su trabajo de investigación, para descubrir que esta reflexión sobre la cantidad de deberes que se realizan en casa no es nada nuevo. En dicho trabajo, el experto ya anunciaba lo que ha pasado a conocerse como la regla de los 10 minutos, y que consiste en multiplicar por 10 el número del curso en el que se encuentran los pequeños. De esa manera, los estudiantes de segundo tendrían un tope de 20 minutos, los de tercero, 30… Así, hasta un máximo de dos horas diarias en los últimos años de instituto.

Los deberes, explicados por la ciencia

Este descubrimiento influyó directamente las políticas educativas estadounidenses y ayudó a Cooper a convertirse en gran gurú de los deberes en Estados Unidos. Este siguió investigando sobre el tema, y en el año 2006, publicó en Review of Educational Research una metainvestigación de 60 estudios en la que señaló que la relación entre los deberes y el buen rendimiento era positiva y estadísticamente significativa… Siempre y cuando la cantidad de trabajo en casa no fuese excesivo.

No obstante, dicha investigación también puso de manifiesto que los niños pequeños sacan mucho menos partido a su tiempo de estudio que los adolescentes, que pueden permitirse pasar más horas hincando los codos. ¿Por qué? En parte, porque se distraen más fácilmente. También, porque sus costumbres en el estudio son peores. Y, finalmente, porque en muchos casos los deberes de los más pequeños no tienen como objetivo aprender una materia o reforzar conocimiento, sino simplemente ayudarles a crear buenos hábitos. “Los chicos se queman”, explicaba Cooper. “Todos los niños deberían estudiar, pero la cantidad y el tipo debería variar según el nivel de desarrollo y la circunstancias en casa”.

En una línea semejante se encuentra una investigación publicada en 2012, en la que se analizaban los datos obtenidos de 18.000 estudiantes que pasaron por el sistema entre 1990 y 2002. Esta señalaba que el trabajo en casa sirve a la hora de hacer exámenes estandarizados, pero no en la nota final en las matemáticas y las ciencias. La conclusión era, como explicaba Adam Maltese, uno de los responsables de la investigación, que los deberes deben tener un objetivo claro, y entendido tanto por los alumnos como por el profesor. “En el sistema educativo de hoy en día, con todas las actividades que roban tiempo dentro y fuera del colegio, el propósito de todos los deberes debe ser claro. Más no es mejor”, explicaba Maltese en la nota de prensa del estudio.

A ello hay que añadir una investigación dirigida por Denise Pope, de la Universidad de Stanford, y publicada en el Journal of Experimental Education. La autora señalaba cómo, al menos entre los más ricos, aquellos niños que son muy autoexigentes y que pasan mucho tiempo haciendo deberes (una media de 3,1 horas al día), sufren más estrés, tienen más problemas de salud y llegan a sentirse alienados de la sociedad. En muchas ocasiones, los deberes se perciben como inútiles, e impiden que los jóvenes desarrollen sus relaciones sociales con amigos y familias. Es lo que denomina la “paradoja del buen estudiante”, y que explica por qué los buenos alumnos no suelen ser los que llegan más lejos cuando se hacen mayores.

¿Cómo anda España de talento?


Durante siglos, la riqueza de las naciones dependía de sus materias primas, su producción agrícola e industrial o su potencia financiera. Pero ya no es así

En una conferencia dada en la Universidad de Harvard en 1943, Winston Churchill afirmó que “los imperios del futuro serán imperios de la inteligencia”. Durante siglos, la riqueza de las naciones dependía de sus materias primas, su producción agrícola e industrial, su población, o su potencia financiera. La situación ha cambiado, porque en una economía basada en el conocimiento y en la alta tecnología, el talento se ha convertido en la mayor fuente de riqueza.

A finales de los noventa, tres expertos de la consultora McKinsey –Ed MichaelsHelen Handfield-Jones y Beth Axelrod–  publicaron The War for Talent, advirtiendo que el talento es un bien escaso y que iba a comenzar una feroz competición por atraerlo. Esto ha provocado todo tipo de excesos, hasta tal punto que el último número de la Harvard Business Review incluye un artículo titulado “Auge (y posible caída) de la economía del talento”, en el que Roger L. Martin, decano durante mucho tiempo de la Rotman School de la Universidad de Toronto, se queja de que se esté pagando demasiado a los “ejecutivos con talento”.

Mi amigo Juan Carlos Cubeiro, que conoce bien el tema porque ha publicado un interesante libro titulado Del capitalismo al talentismo, comenta en su blog: “Martin nos recuerda que hace apenas 50 años el 72% de las 50 mayores compañías de EEUU por capitalización de mercado explotaban recursos naturales (carbón, hierro, hidrocarburos). En 1960, solo el 16% de los profesionales eran “clase creativa” (por utilizar un término de mi amigo Richard Florida, profesor de Rotman). Hoy son más del doble, el 33%. Más de la mitad de las top 50 están basadas en el talento; entre ellas, tres de las cuatro primeras: Apple, Microsoft y Google (la otra es ExxonMobile). Tal es la revolución en la gestión del talento.

“En los 70, los consejeros delegados ganaban menos de 1 millón de dólares. Desde mediados de los 80, el 1% de los mejor pagados se ha llevado el 30% del incremento de PIB. Nuestro sistema actual de recompensar el talento no solo no crea valor para el total de la sociedad, sino que ha hecho la economía más volátil”.

Para poder hablar rigurosamente de talento, sin convertir la palabra en un mantra vacío o en la guinda de todo pastel retórico,  primero tenemos que definirlo y medirlo. Comentando la importancia de la guerra por el talento, The Economist resaltaba que lo importante no es definir el talento, sino saber gestionarlo. Señalaba como sinónimos “brainpower”, y “trabajadores del conocimiento”.

Tanta vaguedad no me convence. Por ello, he definido el talento como la inteligencia en acción. Una persona puede ser muy inteligente, pero ser incapaz de aprovechar esa capacidad, por falta de energía, tenacidad, valor o claridad en las metas. Talento es la efectiva puesta en práctica de la capacidad de enfrentarnos con los problemas, de inventar proyectos social y económicamente valiosos, y de movilizar los sentimientos, gestionar las emociones y ejercer las funciones ejecutivas necesarias para realizarlos.

Es, pues, la “successful intelligence”, una mezcla de destrezas cognitivas y no cognitivas, de historia y creatividad, de razonamiento y coraje. Como señaló el viejo Baltasar Gracián, “de nada vale que la inteligencia se adelante, si el corazón se queda”.

Podemos hablar de talento individual, de talento de las organizaciones y también de talento de las naciones. En la web Ciudades con talento pueden encontrar las investigaciones que he hecho sobre este asunto. Una organización o comunidad con talento es aquella en la que un grupo de personas que tal vez no sean extraordinarias, pero que, por el hecho de colaborar de determinada manera, puede alcanzar resultados extraordinarios. Ese plus es el que me interesaba investigar.

El origen del talento

Pero en este artículo quiero hablar del talento de las naciones. ¿Cómo anda España de talento? Para contestar a esta pregunta necesitamos contar con algún instrumento de medición. El que me parece más completo es el utilizado en The Global Talent Report Competitiveness Index, elaborado por tres importantes instituciones, INSEAD, el Human Capital Leaderships Institute de Singapur, y Adecco Group. Tiene en cuenta el marco legal, la educación formal, la educación a lo largo de la vida, la sostenibilidad, el estilo de vida, etc.

En una relación de 103 países, España ocupa el puesto 35. No se puede decir que sea un lugar muy honroso. Otros índices corroboran esta posición mediocre. En el SHL Talent Report, España no está entre las veinticinco primeras por su dominio de las habilidades básicas para el siglo XXI. En The Global Talent Report: The Outlook to 2015, escrito por Economist Intelligence Unit, y publicado por Heidrick & Struggles, España ocupa el lugar 21 y se prevé que el próximo año esté en el 22. Clasificaciones obtenidas con metodología diferentes muestran una apreciable coherencia.

James Heckman y Eric A. Hanushek demostraron que la educación es la riqueza de un país.

Lo que me resulta más interesante es la relación entre el talento de una nación y la calidad de su educación. En los informes PISA, España ocupa el puesto 33 de un conjunto de 65 países. Esto nos permite hacer un silogismo trascendente para nuestro futuro. El talento es la fuente de riqueza en nuestro siglo. La educación es la generadora de talento, luego la educación es la gran generadora de la riqueza de una nación. Los trabajos del premio Nobel de Economía James Heckman y del economista Eric Hanusheck lo corroboran. Ambos han demostrado la correlación entre calidad educativa y crecimiento económico.

Esta relación es posible porque el talento no es previo, sino posterior a la educación. El cerebro del niño es un maravilloso mecanismo de aprendizaje que en diez o doce años, con una prodigiosa rapidez, asimila recursos que la humanidad tardó cientos de miles de años en inventar: el lenguaje, la regulación de las emociones, el control de la conducta, la posibilidad de convivir en grandes grupos.

Todos los sistemas educativos, Gobiernos, empresas, están intentando desarrollar procedimientos para la generación de talento. Manpower Group lleva varios años realizando una Encuesta mundial sobre la escasez de talento. La última revela que la escasez de talento es un problema que afecta a muchas naciones, en especial a Japón y Brasil. De los 38.618 empleadores que participaron de la encuesta de 2013, más de uno entre tres reportaron dificultades para cubrir puestos de trabajo como resultado de la falta de candidatos adecuados; el 35% que reconoce la escasez representa la mayor proporción desde 2007, justo antes de la recesión global. En España, Manpower Group, en colaboración con varias grandes empresas españolas, ha creado el Human Age Institute para el estudio y desarrollo del talento.

Estas mediciones del talento se hacen en relación con la economía. Pero podríamos hacerlas también refiriéndonos a la inteligencia política o ética. Una sociedad con índices de corrupción y de ineficiencia como la nuestra, o que se empeña en crear problemas donde no debería haberlos, no puede tener talento. Ni tampoco una sociedad que despilfarra a sus talentos jóvenes, obligándolos a emigrar. Pero de todo esto les hablaré otro día. 

Nuestro gran activo: gestionar la atención


Resulta comprensible que mucha gente quiera apropiarse de nuestra atención, porque eso les permite influir en nuestra realidad y en nuestra conducta

En La guerra de las galaxias, el maestro Yoda le dice a Luke Skywalker: “Es tu atención lo que determina tu realidad”. Si esto es verdad, resulta comprensible que mucha gente quiera apropiarse de nuestra atención, porque eso les permite influir en nuestra realidad y en nuestra conducta. Para eso ha nacido la “economía de la atención”. Pero vayamos más despacio. ¿Por qué se dice que la atención determina nuestra realidad? Porque tiene la llave de entrada de la información en nuestro cerebro, y se encarga de una parte importante de su elaboración. Por ejemplo, seleccionamos los estímulos que nos parecen importantes. Elegimos hacer caso de lo que vemos, o de lo que oímos o de lo que imaginamos. Y aquello a lo que atendemos tiene más probabilidades de llegar a nuestra memoria a largo plazo.

Este fundamental papel explica el interés que hay en este momento sobre todo lo referente a la atención. Daniel Goleman, no sé si harto ya de la inteligencia emocional, ha publicado un libro titulado Focus. Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia (Editorial Kairós). El “déficit de atención e hiperactividad” se ha convertido en la enfermedad este tiempo, como en otros lo fue la tuberculosis o los síndromes neurovegetativos. Para comprender estos fenómenos hay que recordar que los humanos tenemos dos sistemas de atención. Uno, involuntario, que compartimos con los animales, nos hace atender forzosamente a estímulos nuevos, fuertes, peligrosos. Es un mecanismo de supervivencia.

El segundo, específicamente humano, es voluntario. Podemos prestar atención a lo que deseemos, a lo que tiene que ver con nuestras metas. La ecuación de segundo grado no “llama la atención” del alumno, que, sin embargo, puede “poner” en ellas su atención, “prestársela”, para conseguir resolver problemas matemáticos o aprobar la asignatura. Esta es una atención costosa, que el niño debe aprender a manejar. Y en este momento puede resultarle más difícil porque vivimos en un mundo saturado de estímulos potentes y veloces. Es aquí donde aparece la “economía de la atención”.

Hace años presenté en un congreso una comunicación relacionando el déficit de atención con el bombardeo de estímulos normal en una sociedad opulenta. Me refería entonces a la publicidad. Miles de personas, empresas, profesionales, quieren que les prestemos atención y los publicitarios se las ingenian para lograrlo. Esto sigue siendo verdad, pero ha habido un gran cambio. Se suele decir que vivimos en una economía de la información, pero, por definición, se entiende por “economía” la gestión de recursos escasos. Y en este momento tenemos un exceso de información. En cambio, lo que resulta escasa es nuestra capacidad de atender. De ahí la lucha por conseguir adueñarse del espacio libre del cerebro de cada consumidor.

“La atención –escriben Thomas Mandel y Gerard Van der Leun en su libro Rules of the Net (Hyperion)es la moneda fuerte del ciberespacio”. En la revista Wired, Michael Golhaber comenta: “Según la red aumenta su presencia en toda la economía, el flujo de la atención no solo anticipa el flujo de dinero, sino que eventualmente lo reemplaza al mismo tiempo”. El articulista reconoce que esto puede sonar extraño, pero que todos los que participan en la red necesitan captar la atención. Con razón, Howard Rheingold, una persona que ha consumido gran cantidad de tiempo en internet, nos da dos reglas de oro en su libro Virtual Community. Regla nº 1: Presta atención a la pantalla. Regla nº 2: La atención es un recurso escaso, piensa en qué la gastas.

Un ataque a la concentración

Este es el tema que me interesa como educador. Las nuevas tecnologías no sólo se basan en la atención, sino que la están cambiando. Nicholas Carr, que fue director de la Harvard Bussiness Review, en su libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?' (Taurus) afirma rotundamente que "está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma". Algo parecido dice Jaron Lanier, uno de los mejores conocedores de Internet, padre del término “realidad virtual” y una de las 100 personalidades más influyentes de 2011, según la revista Time. Opina que es necesario pensar por qué el negocio está en la publicidad en lugar de los contenidos, en generar información llamativa en lugar de profundizar en la misma. No se salvan de su crítica ni las aplicaciones de iPhone y Android, tan de moda. Facebook o Twitter han desarrollado algoritmos complejos para poder seleccionar y condensar la información, y economizar así “tiempo de cerebro” del usuario. Yahoo! acaba de comprar a Nick d’Aloisio, un informático de 17 años, Summly, una aplicación para móvil, por 23,6 millones de euros. Su función es seleccionar noticias, agregarlas y resumirlas en menos de 400 caracteres. Por cierto, la prensa le ha presentado como miembro de la “generación nativa de iPhone”, que sucede a la de los “nativos digitales”, que lleva camino de quedarse anticuada.
 
Les decía que las nuevas tecnologías –de las que me declaro gran admirador– están cambiando la capacidad de atención, y eso me parece grave. Hace ya un par de años describí un nuevo trastorno de aprendizaje, al que llamé hiperactividad cognitiva, y que va en aumentoDe la misma manera que la hiperactividad física impulsa a estar en continuo movimiento, la cognitiva exige pasar continuamente de una información a otra, lo que lleva aparejado el no poder concentrarse en una información larga o compleja. Mis alumnos empiezan a sentir angustia si están cinco minutos sin recibir un mensaje nuevo: es fácil comprender el problema educativo, cultural y social que esto genera. Por eso, muchos investigadores estamos estudiando métodos para fortalecer la atención, para permitir al sujeto protegerse de la invasión de estímulos y ser capaz de seleccionarlos, y para poder concentrarse en seguir una secuencia informativa larga. Es lo que técnicamente se denomina “fortalecimiento de las funciones ejecutivas del cerebro”. En la cátedra que dirijo en la Universidad Nebrija estamos elaborando programas para los distintos niveles escolares, programas que ya aplicamos en los cursos de la Universidad de Padres, a los que, como saben, están invitados a participar. Creo que la mejor manera de aprovechar la potencia de las nuevas tecnologías es colocando delante de las pantallas a personas capaces de gestionar bien su atención.

¿Los 'teléfonos inteligentes' vuelven perezoso al cerebro?


El cerebro es un tacaño cognitivo: procura resolver los problemas con el menor esfuerzo posible. Por eso, automatiza todos los procesos que puede. Llevar la información en el bolsillo facilita ese ahorro

 

Este va a ser un artículo autobiográfico. Por ello me anticipo a pedirles disculpas. Desde hace años trabajo en un proyecto que me gustaría explicarles sin parecer megalómano, pero no puedo hacerlo, porque el proyecto lo es. Creo que necesitamos elaborar una “superciencia” que trate de la educación, pero en un sentido muy poco escolar.

Suele definirse al ser humano como “animal racional”, cosa harto discutible, pero una definición más acertada sería “animal que educa a sus crías”. Etimológicamente “e-ducación” significa “sacar fuera”, es decir, desarrollar lo que estaba en germen. Pero la rapidez con que aparecen novedades tecnológicas que afectan a nuestra manera de pensar o de relacionarnos nos obliga a pensar en cómo adaptarnos a ese entorno acelerado.

La nueva ciencia podría llamarse “pro-ducación”, y se encargaría de estudiar cómo dirigir la evolución de la inteligencia humana. Las tecnología de la información –el acceso inmediato a redes cada vez más tupidas, los potentísimos motores de búsqueda, la posibilidad de que los ordenadores piensen por nosotros, la eficiencia de modos colaborativos de pensar (como la Wikipedia)...– están cambiando el modo de utilizar nuestro cerebro. Aparecen mensajes alarmistas. Nicholas Carr ya lo advirtió en su libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?

Recientemente, cuatro profesores de la Universidad de Waterloo, en Ontario, han publicado un estudio titulado The brain in your pocket: Evidence that smartphones are used to supplant thinking (por Nathaniel Barr, Gordon Pennycook, Jennifer A. Stolz, Jonathan A. Fugelsang). Afirman que las fantásticas posibilidades de los teléfonos inteligentes están fomentando la pereza hacia el pensamiento analítico, y el desinterés por las búsquedas en la propia memoria. Además, parece confirmarse que el uso de esos teléfonos correlaciona negativamente con los resultados académicos.

Empieza a extenderse la idea de “¿para qué voy a aprenderlo si lo puedo buscar?”. Desde otro punto de vista, Sherry Turkle, en su último libro, Alone Together, ha estudiado con particular atención a los adolescentes. Estos, dice, se esconden tras una pantalla y no saben relacionarse. “Psicológicamente es fundamental aprender a conversar, a negociar, a sentir empatía, a pedir perdón. Hemos criado una generación que no es capaz de pedir perdón. No es lo mismo pelearte con un amigo y enviarle un SMS o un mensaje en Facebook y seguir con tus cosas que sentarte frente a él, sudar, sufrir y decir: ‘Lo siento’. A su vez, quien lo escucha también siente, y perdona, o se enfada, pero siente. Es doloroso y complicado, pero es fundamental. Es la manera en la que aprendemos a construir relaciones humanas”. Sherry Turkle es investigadora del MIT, lo cual es relevante porque es el mayor centro de innovación tecnológica del mundo.

Un tacaño cognitivo

¿Debemos preocuparnos por estos fenómenos? Esta es una pregunta que la ciencia de la pro-ducación debe responder. La invención de nuevas herramientas mentales ha cambiado para siempre el funcionamiento del cerebro. Como ha mostrado Feggy Ostrosky-Solís, aprender a leer configura poderosamente el sistema neuronal. En el Fedro de Platón se atribuyen a la lectura peligros semejantes a los que ahora se achacan a los ordenadores: "Quienes se basen en la lectura para su conocimiento parecerá que saben mucho, pero la mayoría no sabrán nada”.

Los neurólogos saben que el cerebro es cognitive miser, un tacaño cognitivo. Procura resolver los problemas con el menor esfuerzo posible. Por eso, entre otras cosas, automatiza todos los procesos que puede. Así gasta menos energía. Llevar la información en el bolsillo también facilita ese ahorro. De la misma manera que, a pesar de los temores, el libro no eliminó el pensamiento humano, sino que lo potenció, lo importante es saber utilizar inteligentemente las máquinas inteligentes.

Hay muchas iniciativas en este terreno, por ejemplo la Universidad de la Singularidad, fundada por Kurzweil. Piensa que “estamos a las puertas de una evolución tecnológica tan rápida y profunda que significará una ruptura en el tejido de la historia de la humanidad. En apenas 15 años podremos conectar nuestro cerebro a un cerebro externo híbrido de tecnología y biología que será nuestro cerebro dominante”. Que lo diga un reconocido tecnólogo, que además es director de investigación de Google, debe hacernos meditar. Todas las grandes compañías de tecnologías de la información están elaborando  planes educativos, convencidas de que la educación en sentido amplio va a ser el próximo negocio del trillón de dólares.

El mismo cerebro puede indicarnos la solución. Nuestra inteligencia trabaja en dos niveles. Uno de ellos capta, almacena, elabora información de manera automática, fuera del nivel de la conciencia. El otro nivel, específicamente humano, se encarga de gestionar ejecutivamente al otro. Hace planes, evalúa, configura el nivel inferior. En este nivel radica la posibilidad de actuar libremente. Pues bien, en este momento, esa inteligencia ejecutiva de superior nivel tiene que gestionar dos memorias: la contenida en el cerebro y la contenida en el ordenador que, cada vez con mayor urgencia, cada persona tendrá que configurar a su manera. Lo importante es que el sujeto humano mantenga como exclusiva el control y la dirección de su acción. Necesitará aprender lo que sea necesario para conseguirlo. Por ejemplo, el pensamiento crítico. Nos encontramos con la sorpresa de que la función distintiva de la inteligencia humana es la voluntad. Espero que ahora comprenderán un poco más mi interés por completar la ciencia de la e-ducación, con esa nueva ciencia de la pro-ducación, que forzosamente tiene que ser una ciencia de vanguardia.

Los finlandeses siguen los pasos de los jesuitas y acabarán con las asignaturas


Aunque puede presumir de tener uno de los sistemas educativos más eficientes del mundo, Finlandia no se contenta y ya planea cómo será su proyecto escolar durante la próxima década 

Hace tan sólo unas semanas explicábamos cómo los colegios jesuitas de Cataluña se habían situado en la vanguardia de la educación española al dar un vuelco a la docencia en sus centros y, entre otras cosas, eliminar asignaturas, horarios y exámenes. También recordábamos que eran ideas que en el extranjero llevaban proponiéndose desde hace años, y que pronto tomarán forma en la nueva reforma educativa finlandesa, como ha desvelado un artículo publicado en The Independent. 

A pesar de situarse en los mejores puestos de todos los informes PISA, los legisladores finlandeses tienen claro que no pueden dormirse en los laureles, por lo que van a plantear una reforma profunda que, esperan, afecte a todos los centros escolares en el año 2020. Esta se basa principalmente en sustituir el viejo modelo basado en la “docencia por asignaturas” por una “docencia por temas”. Es decir, se acabaron la Lengua, las Matemáticas, la Química o el Inglés: estos serán sustituidos por temas concretos y que afecten a diversas materias al mismo tiempo, como es el de la Unión Europea. 

¿Qué pueden aprender los alumnos a partir de estos proyectos? Siguiendo el ejemplo de la UE, el estudio de este tema puede hacer referencia tanto a la Historia, la Lengua o la Geografía como a otros aspectos que se tratan de forma secundaria en las asignaturas convencionales (el tiempo meteorológico o las diferencias culturales). Esto anima además a los estudiantes a convertirse en pequeños investigadores, una exigencia que cada vez se refleja más en las nuevas propuestas educativas, como el Bachillerato Internacional. Otro ejemplo son los “servicios de cafetería”, que atañen tanto a las Matemáticas (¿cuánto se debe cobrar?) como los Idiomas (hay que servir a extranjeros que utilizan diversas lenguas), algo que también empuja a los alumnos a desarrollar sus habilidades comunicativas. 

Primero Helsinki, más tarde el mundo 

Esta reforma ha comenzado a implantarse en la capital finlandesa, Helsinki, donde algunos institutos han decidido olvidarse de las asignaturas de una hora de duración para centrarse en el estudio del “fenómeno”. Estos proyectos se desarrollan de forma completamente ajena al modelo de la clase magistral, formando grupos de alumnos que, en equipo, deben colaborar para llegar a buen puerto. Algo que, como explican las autoridades finlandesas, tiene como objetivo mejorar sus habilidades sociales. 

“Necesitamos un replanteamiento de la educación y el rediseño de nuestro sistema, para que proporcione a nuestros hijos las habilidades que se necesitan para hoy y mañana”, explica Marj Kyllonen, la responsable de educación de la capital. Pero pronto este programa se extenderá a todas las localidades finlandesas. “Aún hay escuelas que enseñan de la forma antigua, que era muy beneficiosa a comienzos del siglo XX, pero las necesidades no son las mismas y buscamos algo que encaje en el siglo XXI”. Alrededor del 70% de los profesores de educación secundaria han recibido una formación específica para encajar en este nuevo programa; las clases suelen ser impartidas por varios docentes especialistas en los temas que se tratan en cada proyecto. 

Esta metodología no sólo cambia la forma en que el alumno aprende, y que tiene como objetivo motivarlo a través del juego, sino que exige mucho más de los docentes tanto a la hora de preparar las clases como en tiempo de dedicación. Por esa razón, muchos se han manifestado en contra de la reforma, por lo que se les ha prometido un bonus a los que se presten a recibir la formación necesaria. “Hemos conseguido cambiar el marco mental”, explica a The Independent Pasi Silander, responsable de desarrollo de la ciudad. “Es complicado que los profesores arranquen y den el primer paso, pero los que han participado dicen que no se puede dar vuelta atrás”. 

Una nueva sociedad, una nueva docencia

La propuesta de Finlandia forma parte de un movimiento global que se materializa en cada vez más proyectos semejantes y que parte de la idea de que el mundo laboral del siglo XXI tiene unas necesidades muy diferentes a las que se perseguían con anterioridad. “Los jóvenes usan ordenadores muy avanzados”, explica Silander. “En el pasado los bancos contrataban un montón de empleados que se dedicaban a hacer las cuentas, pero eso ha cambiado completamente”. La pregunta sigue siendo, no obstante, si un sistema educativo ha de fundamentarse ante todo en las demandas del mercado laboral o si, por el contrario, la formación de los más pequeños debería basarse en otros factores. 

Por ahora, el nuevo sistema parece estar marchando bien en Helsinki. Las calificaciones (o “resultados”; también se ha producido una modificación terminológica) de los últimos dos años han sido mejores que las inmediatamente anteriores. Por ahora, todos los institutos del país están obligados a introducir cada curso un período de trabajo por proyectos, aunque en la capital la cifra ha aumentado a dos. La reforma del sistema educativo finlandés se concretará a finales de este mes, en un documento publicado por Marj Kyllonen que desvelará las líneas maestras de un programa que, muy probablemente, se situará en la avanzadilla de la educación global.

La nueva enfermedad que puede estarte afectando sin que lo sepas


Psicólogos y psiquiatras aseguran haber identificado un nuevo desorden que afecta sobre todo a niños y jóvenes y podría confundirse con el polémico TDAH



Se ha hablado largo y tendido del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un desorden que –según datos de la FEAADAH, la federación española que aglutina a las asociaciones de padres de niños que sufren el trastorno– padece el 5% de la población infanto-juvenil. En EEEU, donde muchos sospechan que el TDAH está siendo sobrediagnosticado, lo padecen 6 millones de niños, que viven atados a una medicación que les convierte en criaturas más dóciles.

Por si esto fuera poco, de un tiempo a esta parte un poderoso grupo de psicólogos y pisiquiatras estadounidenses asegura haber identificado un nuevo desorden, íntimamente relacionado con el TDAH, que elevaría la cifra de niños que necesitan tratamiento en otros dos millones. Se trata del tiempo cognitivo lento (TCL), un trastorno cuyos síntomas son opuestos al TDAH. En vez de ser hiperactivos, extrovertidos, entrometidos y arriesgados, los niños que presentan TCL son pasivos, soñadores, tímidos e hipoactivos. Y, al igual que sus compañeros con TDAH, sus resultados académicos se ven afectados, ya que procesan la información más lentamente.
 

Hasta la fecha, el TCL no está incluido en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el DSM, conocido como “la Biblia de las psiquiatría”. Pero un grupo cada vez mayor de psiquiatras y psicólogos insiste en la necesidad de reconocer el desorden como un trastorno legítimo, lo que abriría la puerta a su tratamiento farmacológico. En su opinión, entre el 30 y el 50% de los niños que han sido diagnosticados con TDAH sufren en realidad TCL, y muchos otros, que no han recibido ningún diagnóstico (ya que, aseguran, los niños hipoactivos pasan más desapercibidos), podrían encajar en el nuevo trastorno.


“El nuevo desorden de atención”


El número de enero del Journal of Abnormal Child Psychology, dedicó 136 páginas a describir la enfermedad y dejaba claro que la existencia del trastorno está fuera de toda duda. El psicólogo Rusell Barkley, profesor de la Escuela de Medicina de la University of South Carolina, uno de los más prominentes defensores del TDAH, asegura en uno de los papers de la revista que el TCL “se ha convertido en el nuevo desorden de atención”.


Muchos científicos temen que el nuevo trastorno siga el mismo camino que el TDAH, un camino que ha llevado a medicar, quizás innecesariamente, a 6 millones de niños. Keith McBurnett, profesor de psiquiatría de la Universidad de California, ha explicado al New York Times que aún no hay un consenso sobre los síntomas específicos del TCL y la promoción del concepto (tremendamente vago) sin el rigor científico necesario podía exponer a los niños a diagnósticos poco acertados y un tratamiento farmacológico inadecuado.
Pese a esto, McBurnett cree que el trastorno existe y los niños que lo sufren necesitan ayuda. “Estos niños”, explica el psiquiatra, “no dan muchos problemas a los adultos, así que es fácil que pasen desapercibidos. Son los soñadores, los que tienen trabajo y no lo hacen, olvidan poner su nombre en los exámenes y se saltan preguntas. Cosas así, que inciden en sus calificaciones y su rendimiento. Así que cualquier cosa que podamos hacer para entender lo que le pasa a estos niños será positivo”.
  

Reposicionando los medicamentos del TDAH


En torno a dos tercios de los niños diagnosticados con TDAH toman diariamente medicamentos como el Metilfenidato (Concerta) o la Atomoxetina (Strattera), que, en efecto, reprimen la impulsividad y la falta de atención, pero también pueden provocar insomnio, falta de apetitivo y, entre los adolescentes y los adultos, pueden crear una adicción. Hay quien cree que la generalización de un nuevo trastorno como el TCL, que se trataría con medicamentos sino iguales muy similares, provocará una nueva ola de sobremedicación que puede tener nefastas consecuencias.

“Mi parte científica me dice que necesitamos impulsar el conocimiento del TCL, pero sabemos que la gente va a empezar a decir que sus hijos lo tienen, y los médicos van a empezar a diagnosticar y prescribir medicamentos mucho antes de que sepamos si la enfermedad es siquiera real”, explica al NYT el doctor Steve S. Lee, profesor de psicología en la Universidad de California y uno de los miembros del consejo editorial del Journal of Abnormal Child Psychology. “El TDAH se ha convertido en un problema de salud pública que la sociedad cuestiona, y es lógico que pensemos que pueda ocurrir lo mismo con el TCL. Es mejor que echemos el freno y tratemos el asunto con más diligencia”.

El hecho de que los psicólogos y psiquiatras ni siquiera hayan acordado cuáles son los síntomas del TCL no ha impedido que las farmacéuticas empiecen a investigar si los medicamentos que comercializan para tratar el TDAH pueden usarse también para combatir el nuevo trastorno, algo relativamente sencillo, dado la cantidad de síntomas que parecen compartir ambas enfermedades.

Curiosamente, como se puede observar en los archivos del portal de periodismo de investigación ProPublica, son los mismos doctores que defienden la existencia del trastorno, los que están recibiendo financiación para adaptar los nuevos fármacos. En concreto, Rusell Barkley, el mismo que asegura que “el TCL es un nuevo trastorno que debe ser reconocido”, recibió entre 2009 y 2012 118.000 dólares de la farmacéutica Eli Lilly, responsable de una de los medicamentos más extendidos para tratar el TDAH, Strattera.
 
Quizás es pronto para sacar conclusiones. Pero hay quien ya lo ha hecho, como la doctora Lois Holtzman, directora del East Side Institute, en Psychology Today: “Durante la controversia que siguió a la publicación del DSM-5 hubo miles de profesionales y no profesionales que alertaron de lo estúpido y peligroso que resulta llamar enfermedades al duelo o los olvidos. Estoy seguro de que ocurrirá lo mismo con el TCL. Pero me temo que si no cambiamos la manera perversa en que vemos el mundo, tratando de diagnosticarlo todo, pronto tendremos que soñar despiertos en secreto, hasta que nunca más volvamos a tener nada con lo que fantasear”.