El 15 de
junio José Antonio Marina escribe al actual Ministro de educación Íñigo Méndez
de Vigo, os copio dicha carta y os animo a leerla… mejor radiografía de la
educación actual, sería difícil hacerla.
Un saludo
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Sr.
ministro:

Conozco su talento para el diálogo, pero
su capacidad de maniobra es muy pequeña y lo mejor que puede hacer es
distanciarse todo lo posible de la acción de su antecesor. En este mismo diario
he propuesto una campaña –Objetivo cinco años– a la que me gustaría que se
sumara. Desde los años 60 se han llevado a cabo múltiples reformas educativas,
de las que podemos aprender. Disponemos de la información suficiente en los
informes McKinsey, los documentos de la OCDE, las obras de Michael Fullan, Tony Wagner, Ken Robinson, Michael Barber, John Hattie y otros. En educación no
hay milagros, pero tampoco hay misterios. El sistema educativo español puede
convertirse en un sistema de alto
rendimiento en el plazo de cinco años. La ciudadanía debe saberlo
para poder exigir a los políticos que hagan posible ese objetivo. ¿Está usted
dispuesto a comprometerse con esa meta?
El sistema educativo español es desigual y está estancado.
Desigual porque según los informes PISA hay siete comunidades que superan la
media de la OCDE y otras que se desploman. Estancado porque, a pesar de la
subida del presupuesto durante los años anteriores a la crisis, la calidad no
ha mejorado.La parálisis no se ha debido,
pues, a problemas financieros. Antes de la crisis, dedicábamos
a educación el 5% del PIB. Con ese dinero se puede tener una educación de alta
calidad. Con menos, no. Lo que ha fallado siempre –pero siempre, siempre,
siempre– es la gestión educativa. Lo que me interesa es convencer a la
ciudadanía –y a usted también– de que con ese presupuesto podemos tener,
en el plazo que he indicado, un sistema educativo del mismo nivel que el de
Finlandia. El objetivo sería (1) reducir el abandono escolar al 10%, (2) subir
35 puntos en la clasificación PISA, (3) aumentar el porcentaje de alumnos
excelentes, que es menor que el de otras naciones, y (4) ayudar a los
alumnos a adquirir las destrezas necesarias para integrarse en la sociedad del
siglo XXI.
¿Es posible conseguir estos objetivos? Desde luego, pero
no con una ley. Observando cómo lo han hecho otras naciones, la hoja de ruta
está clara. En primer lugar, hay que mejorar la calidad de los equipos
directivos de los centros y del profesorado. La historia de la formación
de los docentes en España es la historia de un desprecio atávico. Recientemente
he revisado –por encargo de Instituto Nacional de Evaluación
Educativa– dos estudios de la OCDE. El TEDS-M, sobre la formación
matemática de los maestros de primaria, y el TALIS, sobre la formación de los
profesores de secundaria. La conclusión es deprimente.
¡Claro que hay fantásticos profesores en España! Pero
todos son autodidactas y nadan contra corriente.
Si quiere mejorar la educación, debe
aliarse con ellos. Conozco a cientos de docentes capaces de cambiar sus aulas, sus centros,
sus ciudades. Conozco a muchos líderes educativos que han cambiado sus
escuelas. Ellos son las verdaderas fuerzas del cambio, pero se sienten aislados
y predicando en el desierto. Convóquelos. ¿Por qué en España, donde tenemos
premios nacionales para todo tipo de actividades, no hay un Premio Nacional al
mejor maestro, como lo hay, por ejemplo, en EEUU?
En segundo lugar, debe implantarse una cultura de la evaluación a todos los niveles.
Eso no consiste en multiplicar las reválidas, sino en conocer los procesos de
aprendizaje de los alumnos, la calidad de los docentes y la gestión de los centros.
Y premiar a los mejores.
Ninguna de las dos cosas se ha cuidado
en España. Aún
he de recomendarle un tercer elemento. Tómese en serio la Formación
Profesional. No basta con decir en una ley que se va a implantar la educación
dual, a la alemana. Le recomiendo que lea el informe de la Fundación Berstelman
sobre el modo como está organizada en Alemania para que comprenda la
complejidad del tema. Por último, le sugiero que fomente los lazos de
colaboración entre escuela, familia, y el resto de agentes sociales. Hace ocho
años fundé la Universidad de Padresonline y
puedo dar fe del entusiasmo con que las familias pueden colaborar a la mejora
de nuestro sistema educativo.
Pero,
señor ministro, le repito que nada de eso se consigue con una ley. Pensarlo es,
más que una ingenuidad, caer en el espejismo de la facilidad. El cambio no se
hace en el BOE, sino en las aulas. Hace
falta comprometer a la sociedad en una movilización educativa. La educación no
interesa a casi nadie. Así lo indican mes tras mes, año tras año,
las encuestas del CIS. Nunca está entre las preocupaciones principales de los
españoles. Tarea suya es traerla a primer plano. Ponerla de moda, incluso.
Tengo que
hacerle una pregunta comprometida. ¿Se siente dispuesto a gestionar el cambio?
La arrogancia de su antecesor ha conducido al fracaso. Necesitamos a alguien
capaz de convencer a la sociedad de que es una tragedia tener un sistema
educativo mediocre. Capaz también de comprender que para educar a un niño hace
falta la tribu entera, que un Gobierno sólo puede impulsar, comprometer, pero
que tiene que aliarse con la sociedad. Hay que explicar que nuestro nivel de
vida va a depender de que hagamos las cosas bien, entre todos. Necesitamos un
ministro que pelee por los presupuestos, por los docentes, por los alumnos. Que
sea un defensor de la educación, y no un defensor de su Gobierno. Como ha
ocurrido en otras naciones, necesitamos
convertirnos en una sociedad del aprendizaje. Le emplazo a usted, o
a los ministros que le sucedan, sea cual sea su partido, a que tomen esta idea
como meta. No hemos entrado en la sociedad del conocimiento. Hemos entrado en
la sociedad del aprendizaje. Todos debemos aprender sin parar si queremos
sobrevivir en este mundo acelerado. Los docentes, los centros educativos, las
familias, las empresas, las fundaciones, las ciudades, la sociedad entera debe
fomentar la pasión por aprender. Crear una cultura del aprendizaje que no
tenemos. Usted no puede hacerlo todo, pero puede animar a las fuerzas sociales
que pueden hacerlo todo. Si sigue esta sección podrá conocer lo que han hecho
otras naciones para fomentar esta imprescindible renovación social. Pero esta
carta se está haciendo demasiado larga.
Reciba un
cordial y animoso saludo.
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